
Los dos teníamos catorce años. Los dos teníamos granitos. Los dos íbamos juntos en bicicleta todos los veranos por Pineda de Mar.
Ella decía unos tacos tremebundos, iba a todas las manis como una valiente, vivía en el barrio de Sants, y era promotora de la Cuarta Internacional Trostkista como miembro del PORE, el Partido Obrero Revolucionario Español, que criticaba abiertamente la falta de visión mundial de Stalin. Yo era un niño modosito y ejemplar en el colegio de la Inmaculada Concepción de los Hermanos Maristas del paseo de San Juan de Barcelona.

Los dos fuimos nuestro primer amor. Los dos nos dimos el primer besito, debajo de una barca de pescadores en la playa de Pineda de Mar, donde mis padres tenían un sencillo apartamento de verano.
Un día, me llama alarmada: - Creo que me estan siguiendo. Se refería a agentes de la policía secreta de Franco, la siniestra Brigada Político Social, formada por la Gestapo en métodos de tortura para obtener confesiones de los opositores a la dictadura.
Le dije que viniera a mi casa, era fin de semana, mis padres estaban en Pineda y allí podría esconderse.
Quemamos en la bañera su agenda con las direcciones y teléfonos de todos los miembros del PORE, que si hubiera caído en manos de la Secreta habría podido significar el fin del partido en España. Todavía hoy me acuerdo de mis esfuerzos para recoger todas y cada una de las cenizas al aire para que mis papis no se enteraran de semejante acto subversivo.

Durante todo un año fui su contacto secreto para comunicarse con sus padres y con el resto de la organización. Nadie sospecharía de un chico tan modoso y ejemplar , ni siquiera el tipo disfrazado de poli secreto que en ocasiones me parecía ver en la esquina de mi casa, al lado del quiosco.
Los dos teníamos catorce años. Seis años antes de la muerte del dictador Francisco Franco que nos tenía aterrorizados.
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