SIMON, EL HIJO DEL CORONEL Y LA MONJA
- Salvador García
- 20 ago 2022
- 2 Min. de lectura

- Lo que más me consuela es que cuando la gente se hace fotos junto a la tumba de Manolete, en Córdoba, tienen que pisar la de mi padre.
Simón se refería a su padre, Coronel Médico, que al parecer tuvo un affaire con una monja del mismo hospital. Decidieron ocultar todo el asunto acogiéndolo como si fuera un niño huérfano. Y allí pasó toda su vida.

Cuando yo le conocí como Alférez de Sanidad tenía el pomposo cargo de Asistente de la Funeraria del Hospital Miltar de Palma de Mallorca.
Pero como afortunadamente allí no se moría nadie , porque en cuanto algún soldadito tenía algo minimamente grave lo evacuábamos de inmediato al Hospital de la Seguridad Social de Son Dureta, Simón no tenía otra cosa que hacer que cuidar como un hermano a todo aquel que le caían bien y pasearse por la ciudad con su bicicleta multiclaxon y asiento forrado de piel de vaca. - Mira que es golosa mi bicicleta-, no se cansaba de repetir.
Efectivamente, la bicicleta de Simón era su más preciada propiedad. Ademas de sillín de piel blanquinegra, piñones - ¡ "comprados en Andorra"!- y transistor sujeto con cinta americana al manillar, lo más espectacular era su bocina multiusos. ¡Que divertido era verlo circular por las calles de Palma apartando los coches al hacer sonar su alarma de bomberos, de ambulancia o de policía. !.

Otros personajes del hospital, cuya presencia resultaba altamente motivadora para toda la tropa y oficiales al mando , eran las Damas Auxiliares de Sanidad Militar. Al redactar esta página he sabido que su uniforme alegremente ceñido estaba diseñado ni más ni menos que por el gran Balenciaga, famoso modisto de la aristocracia española y que también fue autor de los uniformes de las azafatas de Air France. ¡Oh, la la!
Volviendo al gran Simón, un día apareció radiante en el apartamento de Palma que teníamos alquilado un grupo de esforzados oficiales médicos. Nos traía regalos que sabía que nos podrían gustar.
- Toma, Ramón, para tí un billete de lotería , que ya sabemos que te gusta mucho el dinerito.
- Y para tí, Salvador, ¡ mira lo que te he traído!. Y apareció cargado con un enormeme expositor de libros giratorio de hierro pintado de blanco, que vaya usted a saber dónde lo había encontrado...o pedido prestado.
Pero lo que más relata su gran corazón fue lo siguiente. Un día me encontró muy triste.
- ¿Qué te pasa, Salvador?.
- Mi padre está ingresado en el Hospital de San Pablo.
- Y donde está ese hospital, en Barcelonal?. Acababa de levantarme de la siesta y estaba medio dormido, así que le dije por decir: - Pues cuando llegas al puerto, verás la Sagrada Familia a lo lejos, te vas hacia allí con tu superbici y al llegar por allí preguntas.
Cuál no fue mi sorpresa cuando un par de días mmás tarde, mi padre me dijo por teléfono: - Muchas gracias, hijo. Ha venido a verme una amigo tuyo de tu parte para decirme que me cuide y que me quieres mucho. Me ha traído un bizcocho bien grande dentro de una caja redonda de plástico. Es un poco raro, pero me parece que es una bellísima persona.
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